Todos los objetivos, contenidos mínimos y lecturas están orientados a facilitarnos el desarrollo de nuestra propia personalidad, proporcionándonos un enriquecimiento intelectual y espiritual.

La Lengua perfecciona y desarrolla nuestra mente y la Literatura refina nuestros gustos y ennoblece nuestro espíritu.

 

El desarrollo de la competencia lingüística significa un mayor dominio de la lengua, que nos permite desarrollar paralelamente no sólo nuestro pensamiento sino nuestra competencia comunicativa. Y una mayor capacidad de comunicarnos con los demás nos sitúa en un plano más ventajoso, tanto para interpretar mejor los mensajes que los demás nos envían, incluidas sus intenciones comunicativas, como para expresar los nuestros con mayores y mejores expectativas de éxito.

 

A través de la lectura de las obras literarias que más han sobresalido en la historia de la cultura, no sólo podemos gozar de la belleza formal de las mismas (con mayor facilidad, si adquirimos unos conocimientos básicos de teoría literaria, y con una intensidad cada vez más profunda, a medida que vamos desarrollando nuestra sensibilidad estética mediante las lecturas) sino que al mismo tiempo amplía el horizonte de nuestros conocimientos y experiencias, a través de las vivencias de otros seres, incluso de otros tiempos y lugares.